En ese marco la nueva conducción nacional de la Central Obrera no esperó ni una semana para marcar territorio. Con un tono más duro que el habitual y una postura unificada, el triunvirato integrado por Jorge Sola (Seguro), Octavio Argüello (Camioneros) y Cristian Jerónimo (Vidrio) salió a demoler públicamente el proyecto de reforma laboral que impulsa el Gobierno de Javier Milei. Los tres dirigentes coincidieron en que la iniciativa oficial es “la mayor agresión contra el movimiento obrero en 40 años” y que su contenido responde a intereses empresariales dispuestos a “reventar convenios, pulverizar indemnizaciones y disciplinar a los trabajadores a fuerza de miedo”. En ese sentido Jorge Sola fue el primero en romper el silencio con una frase que resonó en toda Azopardo: “Esta reforma laboral es un plan para destruir sindicatos, convertir a los trabajadores en descartables y gobernar sin oposición social. Mientras sigan queriendo flexibilizar vidas, la CGT va a resistir de pie.” El sindicalista del Seguro apuntó directamente al Gobierno y lo acusó de utilizar la palabra “modernización” como excusa: “Lo único moderno acá es la manera en la que quieren precarizar. No hay un solo artículo pensado para crear empleo: todo está diseñado para abaratar despidos y recortar derechos.” Octavio Argüello, de Camioneros, fue aún más frontal: “Milei y sus ministros creen que pueden gobernar a los trabajadores como si fueran enemigos. Que lo sepan: no van a meterse con nuestras conquistas. Si quieren conflicto, van a tener el conflicto más grande desde 2001.” Argüello denunció que el borrador de la reforma fue elaborado por “dos o tres estudios jurídicos al servicio de grandes corporaciones”, y agregó: “No aceptamos reformas escritas desde oficinas con aire acondicionado y sin mirar la realidad del país. En la Argentina real, flexibilizar es condenar a las familias a la miseria.” Cristian Jerónimo, el más joven del triunvirato, también se sumó con un tono que sorprendió por su dureza: “Esta reforma no es laboral: es un exterminio de derechos. Quieren cambiar la ley para que los trabajadores tengan miedo de alzar la voz. Pero en vez de disciplinarnos, nos están uniendo.” El dirigente del Vidrio fue tajante al advertir sobre el futuro inmediato: “Que el Gobierno no se equivoque: no vamos a negociar renuncias. Si insisten en avanzar sin consenso, vamos a responder con lo que sabemos hacer: organización, unidad y la calle llena de trabajadores.” Una CGT más combativa y en estado de alerta Con este pronunciamiento, la nueva cúpula de la CGT marca una ruptura total con la estrategia de “diálogo condicionado” y se posiciona en un camino abiertamente confrontativo. Según fuentes internas, ya está en marcha la elaboración de un plan de lucha, que podría incluir: paro nacional, movilización a Plaza de Mayo, corte de negociaciones paritarias, y articulación con gremios del interior.